Peliculas de drogas

Peliculas de drogas. ¿Ficción o realidad?

Entender la adicción a las drogas a través del cine puede ser un ejercicio imprescindible para reflexionar sobre el mundo en el que se va introduciendo un adicto sin querer o queriendo. Las peliculas de drogas han reflejado como mejor han podido las consecuencias de la dependencia a la cocaína, heroína, cannabis, tranquilizantes o anfetaminas a través de sus protagonistas. ¿Ficción o realidad? Analizamos cuáles son las sobredosis y efectos de las drogas más famosos del celuloide y si verdaderamente en la vida real pasaría lo mismo.

Pulp Fiction

A quién la haya visto, si ha conseguido mantener los ojos abiertos en la escena en la que Mia John Wallace, (Uma Thurman), esposa de Marsellus Wallace le clavan una inyección en el corazón, no se le olvidará jamás. Mia es adicta a la cocaína, por confusión inhala la bolsa de heroína que llevaba Vincent (John Travolta), su supuesto protector nombrado por Marsellus. Nervioso acude a la casa del vendedor de la droga, Mía, tiene sobredosis, la nariz ensangrentada y no responde. ¿Qué es lo que le inyectan? Adrenalina. Afortunadamente, consiguen provocarle una reanimación espontánea.

¿Realidad o ficción? Ficción. Mia sufre paro respiratorio y tiene el pulso débil. Puede morir en pocos minutos. Lo adecuado sería revertir los efectos del opiáceo con un medicamento antagonista como la naloxona. La sobredosis es real, pero cómo ponen fin a la solución no tanto. La adrenalina no es lo más aconsejable, no tendría ningún efecto.

Requiem por un sueño

Dos tipos de adicciones se mezclan aquí. En este referente cinematográfico calificado como una de las mejores peliculas de drogas, observamos la adicción dentro de casa, en el hogar familiar, cálido, con alfombras y televisor. A Sara (Ellen Burstyn), viuda y con un hijo que nunca está con ella y además tiene problemas con la heroína, lo único que la hace feliz es la comida. Un día, abre el buzón, su concurso favorito la ha elegido para participar. Quiere adelgazar cueste lo que le cueste. Recurre a las anfetaminas y repentinamente, se ve sumida en una adicción incontrolable entre sus muebles, la cocina y su sofá. Su aparente hogar apacible se convierte en el museo de los horrores. Los cuadros y los muebles empiezan a hablarle. Sufre alucinaciones esperpénticas y surreales, el sofá se la quiere zampar y los personajes de su televisión se dirigen a ella deformados. Termina ingresando en el hospital. Su cuerpo está devorado por las pastillas, su imagen es deplorable y su locura infinita.

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¿Realidad o ficción? Ficción. Las anfetaminas en exceso, en raras ocasiones causan efectos alucinógenos de forma tan exagerada como muestra Aronofsky. Este tipo de psicosis no suele ser lo normal. Si bien, los efectos físicos, que Sara experimenta, nerviosismo, ansiedad, taquicardias, sudoración, son reales. Finalmente ingresa en el hospital. La trasladan a una clínica de salud mental donde en lugar de tratar su adicción a los fármacos correctamente le administran electroshock que terminan dejándola peor. Una bestialidad desde el punto de vista clínico, con la que el director intenta imprimir dramatismo. Si bien es cierto, que la Dexedrina, Benzedrina, Methedrina, se recetaba para perder peso. Ya no.

Half Nelson (2006)

Es el caso de una adicción compatibilizada con el trabajo. El profesor de instituto Dan Dunne al que da vida el cotizado Ryan Gosling, es un adicto a la cocaína. Por la noche es una criatura de la calle, esnifa donde le pille y no duerme. Al día siguiente, y a primera hora de la mañana se dirige al instituto. Sus alumnos parecen quererlo pero a veces su raro comportamiento delata lo que oculta.

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¿Realidad o ficción? Realidad a medias. Se dan numerosos casos en el que los adictos a la coca compatibilizan su dependencia con el trabajo sin levantar en un principio sospechas. Pero al nivel que lo hace Dan, sería imposible. Su cara apenas alterada, su frescura y claridad a la hora de dar clase, y su capacidad intacta para seguir con su vida no suele ser lo más habitual. La cocaína afecta a las pupilas, el rostro, mandíbula, estado anímico y cerebro, entre otros efectos. A su director, Ryan Fleck, quizás le faltaron estos detalles.

Factory Girl (2006)

Una historia verídica basada en la modelo y artista Eddie Sedgwick (Sienna Miller), musa de Andy Warhol. Una niña rica de “familia bien”, llega al Nueva York de los 60 con ganas de comerse el mundo. Warhol se enamora platónicamente de ella y la introduce en su lifestyle a lo que ella se presta sin dudarlo. En los áticos más vanguardistas de NY, circulan las drogas en bandeja, Andy es una estrella, y su amiga Sedwick será elevada a la misma categoría. No saben lo que son pero sí cómo quieren disfrutarlo. Pero a Eddie se le va de las manos. Quema su fortuna en coca, heroína y todas las drogas que se le ponían por delante. Warhol se deshace de ella. Eddie ya no le interesa. Muere de sobredosis de heroína a los 28 años de edad.

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¿Realidad o ficción? Realidad. La interpretación de Sienna Miller no chirría. Los efectos que la heroína va haciendo en la protagonista se ciñen a la verdad. Somnolencia, desorientación, alteración de la personalidad, sufrimiento, nerviosismo por la abstinencia y depresión, suelen ser síntomas frecuentes entre los adictos. Los amigos y familia pueden ser una pieza clave en la recuperación aunque no fundamental. A Eddie la dieron de lado, según el director George Hickenlooper. No pudo aguantarlo. Cabe destacar, que el tratamiento al que se sometió y que aparece en la película, nada tiene que ver con los actuales. Puede que, de haberlo hecho, ahora, estaría viva. Nunca lo sabremos.
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