¿Deberían los famosos reconocer su adicción a las drogas?
Paris Hilton, si hubiera sido una niña de un barrio obrero, estudiado en un colegio público americano y trabajado de cajera en un McDonald's, quizás, igualmente, habría tonteado con las drogas. Lo que no cabe duda es que las posibilidades económicas para drogarse en esta precaria situación, serían significativamente menores. Nada comparable con su vida actual, un modus vivendi de juergas nocturnas a tutiplén al que ya tiene acostumbrado a su séquito de fans.
Existen condicionantes basados en el entorno social, el contexto en el que se desenvuelven los famosos puede predisponerlos a un mayor consumo de estupefacientes. Con sólo chasquear los dedos, el star system de hoy, tiene en bandeja lo que le plazca. A veces, es el propio círculo quién aconseja a la celebrity que se tome ciertas sustancias para “mantenerse activa”. El compositor rockero, Charly García, llegó a declarar “que sus propios asesores le obligaban a consumir drogas sobre el escenario para que hiciera volar al público con él”. Los factores personales, también, influyen en esta especial catarsis hacia la adicción.
Ociosos y con el mundo a sus pies, muchos de ellos no han ocultado sus aventuras con las drogas, accidentes de tráfico o sus malos humos con la prensa y fans, causados por los efectos del alcohol o la cocaína. Una especie de sexo, drogas y rock and roll del siglo XXI. ¿Son los restos de aquel lema los que aún perduran? ¿Por qué a la mayoría de las celebrities no les importa exponerse al juicio de la opinión pública “bajo los efectos de” y sin embargo, durante el proceso de rehabilitación un halo de secretismo aparece?
Famosos en las clínicas de desintoxicación
Cuando alguien se empieza a dar cuenta hacia qué abismos se está adentrando, obviamente, está pensando con más claridad. Desaparecen los nubarrones impregnados de los días de vino y rosas, el sol sale de nuevo en forma de clinica de desintoxicacion. Es la hora. Existen motivos y ganas de reconstruir los pedazos rotos del puzzle vital.
Es entonces, cuando la discreción por ingresar en el centro sin que trascienda públicamente se convierte en un reto. La mayor parte de los famosos buscan su cura del modo más anónimo posible. Las clínicas están obligadas a firmar un importante contrato de confidencialidad. Todos guardan silencio. Pero, cabe preguntarse, si ahora, cuando la estrella decide de nuevo volver a brillar con luz propia y no a base de toxicidades varias, sería el momento idóneo para comunicarlo públicamente y predicar con el ejemplo.
Kate Moss, Charlie Sheen, Drew Barrymore, Sofía Cristo, o la malograda Belén Esteban, son referentes para bien o para mal de miles de ciudadanos. Cada uno tiene su propio y particular público al que se dirigen. Psicológicamente, a las celebrities de toda índole se les atribuye por parte de los ciudadanos credibilidad y confianza. El hecho de ver diariamente a un personaje del papel couché en los medios, provoca el “efecto amigo”. El famoso de turno forma parte de la cotidianeidad de los ciudadanos. Una losa demasiado pesada quizás, en la que recae con o sin querer cierta responsabilidad con la sociedad. Por ello, ¿tienen los famosos que reconocer su adicción y animar a la rehabilitación de drogas contando sus casos? ¿Deberían tener ese deber moral o sería pedirles demasiado?
Abrir la caja de pandora: famosos drogadictos
Salir a la palestra y decir que se está enfermo y se necesita ayuda externa, puede resultar un desafío a la vulnerabilidad personal. Nadie desea dar a conocer sus debilidades. Aunque, ¿no es síntoma de fortaleza abrir la caja de pandora y admitir los errores cometidos? ¿Qué impacto social tendría?
El miedo a ser estigmatizados de por vida, lleva a políticos, deportistas, músicos y actores de élite, a recluirse en clínicas de desintoxicación con la mayor prudencia y un gran miedo a que se filtre a la prensa. Sin embargo, la actitud social es bien distinta, cuando los famosos drogadictos deciden dar el paso para contarlo.
Lady Gaga, con más de 59 millones de fans en Facebook y 39 millones en Twitter, decidió hablar sobre la adicción a la cocaína que padecía y su rehabilitación. Ha sido aplaudida por todos, llegando a meterse en el bolsillo hasta a sus mismísimos detractores, quienes han terminado alabando su coraje y seguridad. La archifamosa cantante, continúa con sus conciertos multitudinarios y el seguimiento en sus redes sociales se incrementa hasta límites insospechados. Sin duda, el caso más llamativo es el de Elton John, quien nunca ocultó sus adicciones, charlaba abiertamente en las entrevistas sobre los riesgos que supuso para su vida, “eché a perder aquellos años, no lo hagan ustedes”, diría el cantante británico.
¿Ayudan los testimonios de los famosos a mejorar la concienciación con las drogas? Puede que sí, dado la enorme población a la que se dirigen. Existiendo esa posibilidad, aunque sea mínima, ¿deberían aprovechar su situación para influir positivamente en el conjunto social?
Brene Brown, profesora americana de la Universidad de Houston y estudiosa de la empatía y la conectividad humana, asegura que “no todo el mundo tiene el poder de ser vulnerable, quién sepa admitir que no es de piedra y se equivoca, contará con una energía vital y especial que transmitirá a los demás y a ellos mismos”. Entonces, ¿qué diferenciaría a Gaga o a Elton John de otros famosos rehabilitados? Basándonos en Brown, ellos habrían sabido gestionar sus debilidades, sus emociones, en definitiva, se habrían enfrentado a sus problemas con las drogas con dignidad, sin tapujos y desnudando la verdad tal cual. Y volviendo al planteamiento inicial, ¿estarían obligados nuestros famosos a hablar de sus tratamientos de las adicciones con más naturalidad? En ese caso, ¿tendrían que aprender los famosos a ser famosos?