Drogas y «poesía»

I

José OcantoEn la granja, había una fiesta de muchachos.
Eran unos 20. El más joven tendría doce años. El mayor, diecisiete, cuando mucho, calcula mi amigo.

Nadie cumplía años, no celebraban una graduación, no le daban una bienvenida a ninguno ni despedían a nadie; pero eso no era lo único extraño allí. Ahora, varias semanas después, se pudiera afirmar que era lo de menos.
El ánimo resuelto o fieramente desinhibido de cada uno diría que el motivo que los reunía era la intención de pasarla bien, lejos del bullicio de la ciudad, de la mirada auscultadora de la sociedad, de la posible o casi segura reprensión de los padres, los primeros, ciertamente, en desconocer dónde estaban, ni qué hacían a esa hora, no tan avanzada, es verdad. Porque la tarde del sábado apenas se estaba tiñendo de noche en esos instantes.
Tipos desconocidos, casi sin rostro, y quienes escasamente les dirigieron la palabra a lo largo de todo el trayecto, los habían recogido en varias camionetas vans. Como principal sitio de encuentro fueron señalados los centros comerciales. Era en esos concurridos e inocentes lugares donde sus respectivas familias supondrían a aquella bandada de adolescentes. En caso de que presintieran que algo malo pudiera pasarles, o si acaso tuvieran alguna urgencia que comunicarles, allí y no a otro sitio los irían a buscar.
Mi amigo –de unos 30 y tantos años– llegó con cajas de chupetas de sabores surtidos, y botellas de agua mineral. Por instantes él se preguntó confundido si había anotado acertadamente el encargo comercial que le hiciera el organizador de la fiesta.
Sintió que hacía el ridículo, peor aún si se toma en cuenta que había tenido la ocurrencia de invitar a su novia. Entonces a ambos los asaltó la sensación que da el estar en el escenario equivocado, en el momento equivocado.
Sin embargo, este salvaje desconcierto se ahogó en la frialdad con la cual el organizador acogió a mi amigo. El hombre, al tiempo que le disparó una mirada vacía, traslúcida, mediante un brusco e impersonal alargamiento de su mano derecha le ordenó que pusiera la mercancía sobre un estropeado escritorio.

II

En inglés la palabra Rave significa algo así como “hablar con entusiasmo”.
Ese nombre le ha sido dado a un tipo de fiestas en las cuales, según sus defensores, no todos los que acuden a ellas lo hacen con el propósito de consumir drogas, pero, la verdad sea dicha, tampoco les son ajenas esas sustancias que autores como Roberto Hernández Montoya en su libro “Más adicto será usted”, llama “poéticas” y “sagradas”, así como otras sospechosas y alucinadas apologías.
Por lo general las fiestas Rave duran entre 12 y 20 horas. Casi siempre se celebran en sitios alejados de los núcleos urbanos, al aire libre.
Cynthia Polanco, de la Universidad del Noreste, de México, advierte que la típica chica raver “tiene cabello corto, a menudo con diademas y demás accesorios para el cabello. Usa vestidos tipo `baby doll´ o pantalones con faldas sobrepuestas de colores muy llamativos y una ombliguera (…) En estas fiestas la moda infantil o fantasiosa es muy común: se puede ver a personas cargando en su espalda unas alas de ángel, o una cola de diablo, con capas de superhéroes o bien con un ´chupón de bebé´ en la boca. Otro elemento que distingue a un raver son las perforaciones en el cuerpo”.
[Continuará…]

José Ocanto es usuario de ‘Escuela de la Droga’

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8 comentarios

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  1. Hay que tener coraje para ir contra corriente.

    Fantastico el articulo de ddaa. Pasaselo al Plan Nacional Antidrogas para que lo emitan en televisión la proxima campaña. A ver si se enteran de algo cuando esta ocurriendo por una vez.

  2. tengo 17 años y asisto a este tipo de fiestas desde los 14 años, mis padres son profesionistas y mi nivel socioeconomico es medio… gracias por este espacio y espero que publiquen mi comentario anterior…..
    gracias por interesarte en este tipo de temas…

  3. hola, pues tu escrito,lo lei por casualidad,y para ser sincera me intereso mucho, yo soy chica raver, como nos llaman y estoy deacuerdo en muchos de tus puntos de vista, por que en efecto, se hacen en lugares alejados de la sociedad y es un ambiente de musica, drogas y muchas cosas màs que a lo mejor no te imaginarias, pero tambien, defiendo mi posicion de chica raver, ya que yo no me drogo ni me gusta hacer tanto degenere, se que es dificil de creer, pero es verdad. Creo que todo lo que sucede en un rave depende de cada persona, al punto que quiero llegar es que el consumo de drogas y falta de responzabilidad depende de tus valores morales, de la educacion que te hayan inculcado en la familia, el medio en que te desarrolles y de muchos otros factores. quiero recalcar que no tengo perforaciones y no me visto exotica ni mucho menos infantil, aunque respeto a las personas que lo hacen…sabias que uno de los fines de los raves es convivir en pas y crear una esfera de energia positiva por medio de la mùsica??.
    Es verdad que lo hacemos apartado de todo, pero es por que nuestra sociedad desgraciadamente carece aun de una cultura que permita ver màs alla, somos criticados de una manera muy directa por los medios de comunicacion, por la gente , en fin y sabes una cosa? mis padres saben a donde voy esas noches, por que mis padres me inculcaron la sinceridad y tambien estan enterados de lo que se hace ahi y de que existe droga y personas que la consumen en grandes cantidades, pero yo les he demostrado que pueden confiar en mi y tambien la clase de chica que soy…Existen personas con problemas serios de drogas que asisten a un colegio, tienen exelentes notas y aparentemente una vida muy buena o afortunada y no son precisamente reavers….

  4. sabes me dio gusto ver tu pagina yo busco un poema q sellma el hombre del espejo escritop por un joven doragadicto q murio por heroina yo soy un na y aa delos angeles california usa

  5. Lo primero es mostrar mi acuerdo con el post de ddaa, ya que creo que se desnaturaliza tanto el “mundo de la droga” que se convierte en algo irreal, un mundo que la gente con verdaderos problemas, ve muy distante e ilusorio. La labor de estereotipar situaciones, consumidores, sustancias es acortar por el camino más fácil e incierto, y lo peor es que eso lo suele hacer supuestos “entendidos” que jamás han probado nada ni tienen la mínima experiencia. En el extremo opuesto aparecen confesiones de toxicómanos rehabilitados o gente que está en el extremo de la aguja o del turulo (para todos aquellos entendidillos se trata del billete enrollado), como mejor se quiera.
    Debemos entender que la vida en todos sus aspectos es de una extrema complejidad, porque simplificarla y falsearla de esta manera. La descripción de José Ocanto acerca de la naturaleza de las raves y de su público es tan simplista como intentar definir como es una función de teatro y como viste el típico espectador de teatro. Por favor un respeto a la gente que realmente tiene problemas directos o indirectos con ciertas adicciones. De esta manera solo se les confunde y se les sitúa en un mundo en blanco y negro.

  6. Unas recomendaciones de la FAD a los medios de comunicación en su tratamiento de las drogas. Ni que decir tiene que se incumplen por sistema:

    – Evitar usar «la droga» en singular y genérico porque le da un carácter total y confuso. No todas las drogas son iguales y, por tanto, conviene singularizar al máximo, determinar la sustancia de la que se está informando.

    – Evitar usar combinaciones como «alcohol y drogas» o «tabaco y drogas» ya que se puede inducir a la interpretación errónea de que ni alcohol ni tabaco son drogas.

    – Evitar denominar el fenómeno del consumo de drogas y su contexto como «el mundo de la droga» porque se percibe como ajeno y lejano cuando, en realidad, el consumo de drogas es próximo y cercano.

    – Evitar equiparar el fenómeno del consumo de drogas y sus consecuencias con términos de carácter moral y catastrofista como «la lacra de las drogas», «el azote de las drogas», «el infierno», etc.

    -Evitar equiparar el fenómeno del consumo de drogas y sus consecuencias como «la peste», etc.

    -Evitar frases como «caer en el pozo de la droga», «meterse en la droga», «caer en la droga», porque implican una atribución de accidentalidad que elimina en el sujeto su implicación consciente en la decisión de tomar drogas.

    -Evitar la fácil asociación «drogas – juventud». Ni todos los jóvenes consumen ni todas las personas que consumen son jóvenes.

    -Evitar el tratamiento del consumo de drogas como algo normalizado y plenamente integrado en la cultura juvenil. Debe evitarse afianzar el estereotipo de que para «sentirse» joven hay que consumir drogas.

    -Evitar incluir informaciones (reportajes o imágenes) que hablando de cualquier consumo de drogas hagan referencia a la heroína (por ejemplo, imágenes del barrio de «La Rosilla»). El consumo de heroína no es tan preocupante como en décadas pasadas y, sin embargo, el uso habitual de imágenes o de informaciones referidas a esta droga resta importancia a otros fenómenos como el aumento del consumo de cocaína y afianzan el estereotipo del consumidor «yonqui».

    -Evitar la asociación directa entre determinadas drogas y supuestos perfiles específicos de usuarios «cocaína/ejecutivos», «éxtasis/discotecas», «heroína/marginados», etc.

    -Evitar definir ciertas subculturas en función de un supuesto uso de drogas: «cultura juvenil y cannabis», «fiestas y drogas», «festivales y drogas», etc.

  7. Eso de la tipica chica raver es una estupidez. ¿Como es el tipico chico entonces? ¿como viste?. Verán, yo tengo un colega que ha estado estudiando para policía. No fuma, no bebe, en definitiva, no es el típico chico de raves, sin embrago, si conoce alguna a la que pueda ir alli está él el primero.

    Por cierto, las «drogas» siempre se han utilizado como inspiración a lo largo de la historia para todo tipo de arte. Escritores como Edgar Allan Poe, Charles Bukowski, Baudelaire, Sr Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes) e infinidad de ellos más. La «droga» es un vehiculo más de la vida, ni mejor ni peor, sólo es una de las muchas opciones para componer, divertirse, amar….o para descomponer, aburrirse, odiar. En definitiva, para ser mejor o peor persona. Sólo basta tener voluntad de una cosa u otra para que estas actuen como se pretende.